Disculpa tío!
La casa de mis abuelos es sencilla y se adecúa a la perfección a sus (nuestras) necesidades. En el primer piso está la cocina, la cochera (convertida en sala), los cuartos de servicio, el patio y 4 dormitorios. Cada uno de ellos esta diseñado para los hijos y nietos. En mi cuarto, por ejemplo, mis papás tienen una cama doble y mis hermanos (2) y yo en camarotes. Para esta ocasión mi hermano menor no fue a la playa entonces invité a Esteban, bajo la amenaza de muerte ante cualquier incidente con mis padres al volver en la madrugada.
El ambiente de la fiesta se tornaba aburrido para nosotros, así que decidimos que lo más cercano a la diversión eran esos coctelitos rojos que aparecían por todos lados. Vaya que fue divertido! La maldita timidez no me permitía (ni me permite) entablar una conversación con desconocidos con facilidad, pero para sorpresa mía de mí, me encontraba hablando con dos mujeres (DOS). Una de ellas era pelirroja (PELIRROJA debo recalcar) y la otra era rubia. Ambas tenían ojos verdes y yo tenía la baba colgando.
Resulta que Montserrat y Valeria (pelirroja y rubia respectivamente) también tenían una casa en la misma playa, lo cual era para mí una emoción difícil de controlar, visualizando en mi mente la imagen clara del día siguiente en la playa con ellas. Para esto, Esteban desapareció y me quedé conversando con ellas hasta que se tuvieron que ir. Las acompañé a la puerta, me estaba despidiendo (pregúntandoles cuál era su casa obviamente) y apareció Esteban, regularmente ebrio y sonriente. "Esteban, ven para presentarte a unas amigas".
Lo siguiente fue literalmente de película. "Esteban, te presento a Montserrat y a Valeria". Al principio no comprendí la instantánea carcajada de Esteban, me pareció raro que no les dé un beso o algo por el estilo. Él optó por algo distinto, fuera de lo común, simplemente sensacional y a la vez despreciable. Su ebrio dedo índice apuntaba a la linda pelirroja que teníamos al frente mientras mi tan querido amigo repetía (gritaba para ser más exactos) "Montserrat! Montserrat! Jajajajajaja (continúa)!" La cara de mis ahora ex-amigas confirmaba lo que era el peor día del universo entero. Mi amigo estaba en el suelo arrastrándose de risa mientras yo veía como ellas se alejaban para no volver jamás.
Fueron inmediatos mis crueles y sangrientos deseos de muerte para Esteban. Caminamos hacia la casa y no paraba de reír. Yo lo quería matar y sólo le dije "No hagas bulla, porque si mi papá se despierta, yo colaboraré con tu muerte". Entramos al cuarto, saludamos y cada uno subió a su camarote. Yo me preguntaba "Dios, dónde estás cuando necesito vengarme?".
Instantáneamente y contra todo pronóstico, Dios apareció. Obligó a Esteban a ir a mear y él, obediente, reptó cual víbora que era hasta el baño. Yo estaba semi-despierto y mi papá, viviendo a la expectativa de cagadas que yo pueda hacer, se despertó pensando que era yo quien estaba en el baño y que iba a vomitar. El borracho espantapelirrojasyrubias terminó su faena, bajó la tapa, abrió la puerta del baño y...la volvió a cerrar. Algo magnífico estaba a punto de suceder.
Mi papá tenía prácticamente la oreja en la puerta del baño y yo no comprendía muy bien lo que pasaba. Sobre el water del baño hay unas repisas de vidrio que tienen toallas y un montón de huevadas. Lo que pasó es que Esteban, genial genial Esteban, empezó a "subir las escaleras" para llegar al camarote. Una vez que llegó a la "cama", se dejó caer sobre ella, rompiendo con la pierna la repisa de vidrio más alta...y quedando echado con la panza sobre el marco de la puerta de la ducha (es una imagen difícil, lo sé). Para buena suerte de este sujeto, mi papá tiene como "pasatiempo" hacer cosas de fierro, vidrio, etc, que rara vez tienen una utilidad importante. Dentro de la ducha él había puesto un colgador de ropa que de día estaba pegado a la pared y de noche se desplegaba para colgar la ropa mojada. Bueno, la cara de Esteban se recostaba sobre los calzoncillos húmedos, su ombligo en la puerta y sus pies suspendidos en el aire goteando sangre.
Es obvio que el vidrio sonó fuertísimo cuando Esteban lo rompió, así que mi papá saltó de la cama (cara de perro de Prosegur incluida) y entró al baño esperando encontrarme a mí hecho una basura dentro de él. Pero no!!! Ja! Ja ja! Ja ja JÁ! (como disfruto con el recuerdo). Encontró a Esteban como esos animales en el zoológico tirados sobre la rama de un árbol. Ya bueno así, pero sobre la ducha. "Qué carajo haces ahí?" dijo mi papá, pregunta con la cual lentamente yo iba recuperando la sonrisa.
"Disculpa tío", era todo lo que Esteban podía decir antes de volver a caer sobre los calzoncillos. Ignoro la forma en que lo bajaron de ahí (está muy claro que no iba a ayudar) y lo llevaron a la posta para que le arreglen la pata. Me acuerdo volver a despertar cuando regresaron de la posta y mi papá seguía preguntando "¿cómo llegaste ahí?, ¿qué pasó?, etc". Y cada vez que yo oía el "disculpa tío" sonreía mirando al techo y me comunicaba con Dios: "Gracias men, te pasaste".
A la mañana siguiente, y durante todo el día y quizás el resto del verano y la vida, Esteban estuvo avergonzado pensando en qué momento mi papá aprovecharía esa genial chispa de ladilla que orgullosamente he heredado para burlarse de él. A pesar de no volver a hablar jamás con la pelirroja y la rubia, ese día sonreí como nunca.
PD: Esteban, eres bien bacán.