Bueno, he aquí la historia de un revoltoso fin de finales. Se inicia el jueves 1, que coincidentemente era mi cumpleaños (20, es muy deprimente). Me fui con mi padre a ver a Les Luthiers, es una cosa de locos, un recague de la risa, totalmente repetible y recomendable. Al día siguiente tenía mi último examen, de 9 a 10 de la mañana. Llegué a mi casa tarde, no estudié un carajo y si, era muy probable que jale.
Viernes 2 de diciembre, denominado unánimemente como uno de los días más cague de risa del año. Llegaba yo muy preocupado a la universidad, cuando tengo la suerte de encontrarme con mi amigo André Fonseca (quien horas más tarde se convertirá en mi nuevo ídolo), que me explicó en 5 minutos todo lo que debía saber para sacar una nota decente en el puto examen.
Terminó la porquería esa y nos juntamos un grupo de patas y nos fuimos a la casa de una amiga tomar las respectivas chelas.
A todo esto, Fonseca había dejado su DNI en la bodega por las botellas. Chela va, chela viene, gente borracha por aquí, por allá. Hora de irse y Fonseca amablemente me invita a pasar a su carro. Claro que como yo soy un ciudadano responsable le dije que me iba en taxi con 3 amigas cosa que las acompañaba a su casa para que no se vayan solas. Me dijo que ya, pero que él iba a seguir al taxi y luego seguiríamos la juerga. Accedí.
Caminamos hacia la avenida Ayacucho que era lo más cerca para coger un taxi y en la esquina de tortas Gaby entra un taxi y mi muy estimado compañero borracho se empotró contra él. aquí empieza su canonización.
El taxista y los pasajeros se bajan a putear a Fonseca, entonces él también se baja y les grita "¿por qué chucha me chocas?" (el carro de Fonseca estaba en medio de la pista y el huevon no podía ni caminar). Me acerco a hablar con los agraviados y a explicarles las cosas cuando de repente se me acerca uno de los pasajeros y me dice "ya llamé a la policía". La cagada, Fonseca no tenía DNI, las chelas estaban en su maletera y para concha, no tiene brevete.
No se le ocurrió mejor idea que darme su tarjeta de crédito pa sacar plata y arreglar el asunto, pero, me dio la clave incorrecta y cuando regresé con las manos vacías, la tombería en pleno había llegado. La reconcha de su madre! Me acerqué y escucho que mi muy muy inteligente amigo gritaba "yo no estaba manejando jefe", cuando no había nadie más a su alrededor.
A pesar de las incoherencias que podía balbucear, fui a intentar calmar las aguas. Apenas llegué, Fonseca le dice a los tombos "¿ustedes saben quien soy yo? Soy el hermano del procurador Ugaz!", me pidió mi celular (sin saldo) para "llamarlo" y mientras lo hacía el tombo le pregunta su nombre y Fonseca le contesta "Soy André Fonseca, el hermano del procurador Ugaz"
No no no no no, eso no se hace. ¿por qué vas a tener un paellido diferente al de tu hermano? La cuestión es que lo llamó y dijo "Aló! ¿procurador?", volteó a mirar al tombo y dijo: "no contesta". Yo realmente no sabía que hacer, no podía defender lo indefendible y cada vez él se cagaba más.
Pasó un rato, se me acerca y me dice "oe Alvaro, diles quien soy". Yo no sabía que decir y antes de poder abrir la boca, él grita "diles que soy el ministro del interior!". Voy donde el policía y le digo: "jefe, él es el ministro del interior", pero ya en tono de burla porque...bueno...no quedaba otra. En verdad, no sé porque la policía seguía aguantando explicaciones. un pata sin DNI, brevete, borracho hasta el culo y empotrado en un taxi se va a la comisaría sin pensarlo dos veces.
Siguió en su intento de convencer a la policía (no se de que, porque borracho estaba) y el taxista jodía y jodía. El policía me dice que por favor llame a su casa y apenas le digo que no tengo saldo, Fonseca me pide el celular para llamar a su hermano. De la nada se tira al piso y se pone a "llorar", se me acerca y me dice "Alvaro, si o no que se acaba de morir mi mamá?". Puuuuuuuuuuuuta este huevon! Intentó abrazar al tombo y en pleno llanto gritaba "jefe se acaba de morir mi viejita", pero él no contaba con la astucia del jefe que ya sabía que no tengo saldo.
Finalmente, lo treparon al carro y mientras se iban, Fonseca abre la puerta de atrás y me dice que me meta, le dije que dejaba a las mujeres en su casa y luego le daba el alcance en la comisaría pero él, ilusamente, me dijo que me iba a esperar en mi casa para seguir la juerga.
Llegué a mi casa, me senté un toque en mi cama y antes de quedarme totalmente dormido, me puse a pensar y llegué a la conclusíón de que ya no podía seguir admirando a
Papaya como lo hacía antes. De lejos, este compadre es el nuevo ídolo. Ojalá no vaya preso nomás.